Como recuperar el espacio público y la democracia post COVID19 en 3 simples pasos

CAPÍTULO 1: el COVID, la democracia y la sal

Democracia, en el sentido estricto de la palabra, comprende aquel sistema político que basa su soberanía en la elección del pueblo, que tiene derecho a elegir a sus gobernantes mediante el voto en las urnas.

estado de libertad that´s cool

En un sentido más amplio, relacionamos el concepto de “democracia” con “Estado del Bienestar”, y con unos determinados derechos fundamentales. Derechos que hemos asumido como pilares de nuestra sociedad, otorgándoles un revestimiento de permanencia que, en plena pandemia, comienza a resquebrajarse. Dábamos por sentadas una serie de garantías sociales y de libertades.

Estábamos convencidos de que formábamos parte de la zona “civilizada” e intocable del planeta, ese primer mundo privilegiado en el que estamos a salvo: nuestro sistema es sólido y las cosas malas pasan en lugares remotos, en África y tal. Sentíamos mucho más cercana la realidad de países como USA que, geográficamente hablando está infinitamente más lejos, que la de países vecinos como por ejemplo Marruecos…

Y en medio de toda esta borrachera primermundista, vino el COVID-19 y nos dió una ostia in da face con la mano abierta. ¡JA!

  • Estado de alarma y cuarentena

En mi caso, un confinamiento compartido con mi novio, que es americano, y que ha crecido en el país con mayor densidad conspiranoica por habitante. Nuestro día a día, es algo así como:  “amor, pásame la sal”– a lo que él responde- “We are 3 meals away from complete and total anarchy”. Supongo que por aquello de compensar (el equilibrio entre el Yin y el Yan), yo siempre he sido más partidaria de pensar que normalmente la opción más evidente y simple, suele ser la respuesta. Por eso, lejos de entrar en hipótesis post-pandémicas mundiales, hoy quiero hacer una pequeña reflexión sobre los espacios públicos en nuestra ciudad y su valor más allá del aporte funcional que nos ofrecen.

go go go espacio público

Los orígenes de la democracia, en realidad, están estrechamente ligados al concepto de ciudad y de esos espacios “del pueblo” que acabamos de mencionar. Fue en el siglo V a.C, en la antigua Acrópolis de Atenas, donde nació un sistema de gobierno en el que las decisiones se tomaban a partir del voto de los ciudadanos en las asambleas.

Puede que los griegos se dejaran algún que otro fleco suelto,  pues esto excluía a mujeres, extranjeros y esclavos, pero nosotros tampoco estamos como para ponernos exquisitos, que después de de 25.000 años nuestro avance en determinados campos no es como para salir a celebrarlo.

CAPÍTULO 2 : Espacio púbico – 2020 is the new 1984 

  • en el medio del bosqueLa Igualdad:

Pero volvamos a la vida en los espacios públicos que se nos da mejor. Concretamente volvamos a las plazas, pues era justamente en el Ágora de la ciudad ateniense, donde se desarrollaba la actividad política, cultural y social. Era también en su mercado donde se concentraba la vida de la acrópolis, y en su Vía Panteica, la calle principal de la ciudad. Esos espacios del pueblo encarnaban uno de los pilares fundamentales de la democracia: la igualdad. Pues eran el marco en el que los ciudadanos ejercían su derecho democrático de forma igualitaria.

De ahí nace el concepto de espacio público como instrumento de equidad social, todos somos iguales cuando entramos en ellos sin importar estatus económico, etnia o género.

Esa es la magia de estos lugares que ahora, más que nunca, cobran relevancia. No importa qué posibilidades tengamos en nuestra área privada, todos, sin excepción, tenemos el mismo acceso a ellos y el mismo derecho a usarlos. Nos hacen iguales en una sociedad capitalista llena de desigualdades.

El coronavirus ha hecho que esta realidad sea más palpable que nunca, y es que no todos estamos viviendo la cuarentena de la misma forma, no es lo mismo pasarla en un piso patera de 60 metros cuadrados en el Raval, que en un chalet con jardín en Pedralbes. En un casoplón de 500 metros cuadrados uno se siente muy solo. El confinamiento acentúa las diferencias socio-económicas precisamente porque nos limita a permanecer en el espacio privado, y ahí amigos, ya no somos todos iguales.

Para no dar lugar a confusión, respaldo que llegados a este punto lo más sensato para aplanar la famosa curva es quedarse en casa. Ahora nos toca ser cívicos y responsables para preservar nuestra salud y la del prójimo.
  • El miedo:

Dicho esto, también tenemos que tener mucho cuidado sobre cómo enfocamos esta situación. Los medios de comunicación están inyectando miedo a la gran masa con información sesgada que ha desatado el pánico entre la población. Conocemos todos los detalles de la vida de las víctimas mortales jóvenes del COVID19, pero poco se habla, sin embargo, de la falta de test, un factor esencial tanto para prevenir que individuos asintomáticos esparzan el virus, como para medir el porcentaje real de mortalidad del mismo.

Curiosamente, tampoco ocupan la atención de la prensa medidas como la nueva orden que entró en vigor el 28 de marzo por la que queda implantada y legalizada la geolocalización a todos los ciudadanos. Ciao bella ciao derecho a la intimidad personal y familiar. La estrategia del terror, muy útil para contener a millones de ciudadanos que, de lo contrario, no se prestarían voluntarios al confinamiento.

  • La amígdala

Está científicamente comprobado que el miedo activa una parte de nuestro cerebro llamado amígdala, diseñada para reaccionar en situaciones de vida o muerte. Lo que se conoce como “fight or flight response”, que no es otra cosa que la respuesta de nuestro cerebro ante un evento estresante que percibimos como una seria amenaza. Cuando esto sucede, el lóbulo frontal de nuestro cerebro (encargado de la toma racional de decisiones), deja de funcionar. Y es así como históricamente las élites han controlado a las masas.

Por eso, en países con un menor número de muertos por coronavirus, como es el caso de Alemania (donde la situación resulta mucho menos estresante), la sociedad y los medios de comunicación han abierto un debate sobre la pérdida de derechos y libertades que esta cuarentena supone. Y sobre la necesidad de remarcar que estas medidas deben ser temporales y EXCEPCIONALES. Pues son una amenaza directa al sistema democrático.

CAPÍTULO 3: Menos IG y más plaza de barrio

Ahora, más que nunca, otorgamos relevancia a todos aquellos lugares que nos han sido privados en pos de la salud pública. Un clásico de toda la vida: no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Desde nuestro confinamiento, soñamos con volver a tumbarnos en el césped del Parc de la Ciutadella y compartir un picnic con amigos, con pasear frente al mar por la Barceloneta, con echarnos una birra en cualquier rincón del barrio gótico.

Echamos de menos la conexión con otros, (véase el derecho a reunión), una interacción social que el coronavirus ha convertido en el fruto prohibido y que tenía lugar precisamente en esos contextos.

Pero es necesario entender que hemos perdido (temporalmente), mucho más que eso, pues el valor de estos espacios públicos va más allá, como mencionaba al principio de este texto, del mero disfrute que hacemos de ellos. Cobran sentido a través del uso los ciudadanos les dan y son el contexto en el que desarrollamos algunos de nuestros derechos fundamentales. Nos estamos jugando mucho más que la libertad de tomarnos esa birra en la terraza, y sería sano y productivo utilizar este tiempo de reclusión para debatir esta y otras cuestiones que nos han llevado a la situación en la que estamos.

todos juntos

No podemos dejar que esto se convierta en una práctica eventual, la solución a posibles futuras pandemias no puede ser permanecer confinados en casa, pues esto sería caminar hacia un sistema totalitario en el que nuestras libertades individuales se verían seriamente restringidas. Todo en pos de “la salud pública”.

Esta es una idea muy peligrosa, pues este “enemigo común” es intangible, y nos coloca en una posición muy delicada en la que ir en contra del mensaje del establishment significa ser insolidarios.

Yo propongo que hagamos un esfuerzo por recuperar la calma, apaciguar la amígdala y volver a conectar con nuestro lóbulo frontal. Empecemos a cuestionarnos qué nos ha llevado a esta situación y qué medidas podemos tomar para que esto no ocurra de nuevo. Medidas efectivas, porque quedarnos en casa, viene a ser poner una tirita sobre la herida infectada. Hay que ir al meollo del asunto.

Para terminar, aquí algunas ideas…

  • ¿Qué tal si los gobiernos dejan de recortar los recursos de los sistemas sanitarios? Esto sí sería una forma efectiva de reducir las muertes en futuros escenarios.
  • ¿Qué tal si de una vez por todas nos tomamos en serio los niveles de contaminación de nuestras ciudades? Resulta curioso analizar cómo el virus se ha cebado especialmente en aquellas urbes con mayores porcentajes de contaminación del mundo.

“¡Oh! Pero no es posible tomar ciertas medidas para reducir la polución pues esto afectaría gravemente a nuestra economía”.

si se puede parar todo en cuarentena?

A lo que yo me pregunto, ¿Y sí que es viable pararlo todo para hacer cuarentena? 

En esencia, lo que quiero decir es: no dejemos que inventen nuevas maneras de sostener la economía a flote manteniendo el distanciamiento social. Esta no puede ser la nueva tónica del siglo XXI, nos estamos jugando nuestros derechos más fundamentales. Por más necesario que sea en estos momentos aislar a los ciudadanos, esto, en el caso de volverse una práctica recurrente, podría implicar una mayor capacidad de control y una consecuente pérdida de soberanía del pueblo. Sobre esto y otras cuestiones, deberíamos abrir un debate cuando todo esto pase, y qué mejor lugar para hacerlo que el espacio público.

Recuperemos el ágora de nuestras acrópolis y decidamos de forma democrática en qué mundo queremos vivir. 

Durante COVID nuestra rutas son en formato virtual  explorins.com